Educar en feminismo para construir un mundo nuevo

(Gallego, catalán)

8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora. Veremos a Partidos, medios de comunicación e instituciones hacer bandera de la supuesta igualdad que disfrutamos gracias al modelo social en el que vivimos. Pero sabemos que esto no es más que un mero maquillaje institucional. Para las voces dominantes vivimos en sociedades libres de machismos, siendo este algo propio de países no desarrollados.

Presumen de que el machismo está por fin extinto, que lo que vemos son casos aislados. Por contra, nosotras no vamos a dejar que caiga en el olvido el hecho de que hemos sido y seguimos siendo invisibilizadas en la historia, en el espacio público. Que nos arrebatan una y otra vez el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Que seguimos cobrando menos por el mismo trabajo que realiza un hombre. Que nos vemos obligadas a compaginar el trabajo asalariado con el doméstico y de cuidados. Que seguimos siendo cosificadas. Que nos violan, que nos matan.

El patriarcado se ha encargado de dejarlo todo bien tejido: hemos aprendido desde pequeñas cuál era nuestro papel dentro de este sistema binario de géneros, que se aplica de manera rígida y violenta para que cada persona cumpla con lo esperado.

El machismo no está presente únicamente en el mundo laboral y la vida adulta, también lo está, y debe ser combatido, en la infancia y la educación. Se nos presenta siempre la escuela como garante de la igualdad, cuando es uno de los primeros lugares en que se nos empiezan a imponer los roles de género que de forma más sutil o más explicita son siempre patriarcales. Así vamos avanzando, subiendo niveles en el sistema educativo en el que gracias a la LOMCE, la Iglesia, institución patriarcal allá donde las haya, tiene cada vez más influencia y que sigue permitiendo la segregación por sexos en las escuelas.

Tampoco faltan los casos de acoso sexual, por parte de aquellos (alumnos o profesores) que creen que por el hecho de ser mujeres pueden opinar, juzgar o incluso disponer de nuestro cuerpo como les venga en gana. No hay programas ni protocolos para hacerles frente, y mucho menos para prevenirlos. Algo parecido ocurre con la prácticamente nula educación sexual que se nos ofrece: un par de charlas de una hora en las que en el mejor de los casos te enseñarán a poner un condón, pero en las que rara vez te hablarán de consentimiento.

Otro aspecto de la sociedad patriarcal que vemos plasmado en la educación es la división sexual de estudios como reflejo de la división sexual del trabajo. Así, aunque la elección de la carrera universitaria es personal, llevamos encima años de condicionamiento que nos inclinan hacia unas carreras relacionadas con los cuidados y que desembocan en trabajos similares a las tareas del hogar, aunque fuera de él, muy a menudo peor pagados que los “trabajos de hombres” o con mayor tasa de desempleo.

Sumando todo lo anterior, el paso de una mujer por el sistema educativo se parece más a un campo minado que a un camino de rosas. Y por si fuera poco, con las últimas reformas educativas (LOMCE, 3+2…) estamos ya sufriendo una precarización y un encarecimiento de los estudios que como siempre repercute con mayor fuerza en los colectivos más vulnerables, como somos las mujeres, las personas migrantes, las personas trans, etc.

Pero no nos conformamos, y si estamos doblemente oprimidas seremos doblemente rebeldes. Desde FEL seguiremos luchando contra el machismo y seguiremos desmontando el patriarcado y cualquier otra opresión, dentro y fuera de las aulas; con el ejemplo de tantas otras mujeres, de tantas otras feministas, recuperaremos lo que siglos de patriarcado nos han quitado.

¡Por una educación feminista y libre en una sociedad sin clases ni patriarcado!
¡Viva el 8 de marzo y la lucha feminista!

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