*Texto extraído de: Análisis en clave libertaria. La universidad del mercado y su futuro. Más allá del 3+2.
Tras el análisis de las últimas reformas y procesos que dañan seriamente la educación pública para adecuarla cada vez más a las necesidades del mercado, a la necesidad del Capital, trataremos de explicar qué entendemos que podría hacerse desde las luchas de resistencia para encaminarlas hacia un nuevo marco de confrontación para ser capaces de generar nuevas situaciones en las que las posibilidades de actuación rebasen la mera defensa y se pongan sobre la mesa propuestas reales de transformación de la enseñanza de la mano de un cambio revolucionario en clave libertaria a nivel social, político y económico.
Las luchas de resistencia son aquellas que suceden como reacción y no como una forma propositiva de avanzar hacia un objetivo. Estas luchas, aunque puedan parecernos insuficientes a quienes apostamos por una transformación social amplia, son necesarias por varias cuestiones. Primero porque son el primer paso en cualquier lucha y sirven para aglutinar a gente desmovilizada y de esta manera sumarlas a la lucha social y acumular fuerzas. También nos sirven a todas como etapa de aprendizaje colectivo, cómo organizar una asamblea, preparar acciones, convocar manifestaciones, redactar panfletos, aprender a hablar en público… nociones básicas para bajar del cuerpo teórico a la práctica real, donde te das cuenta que hacer la revolución es un camino lleno de miserias y desgaste, pero también de satisfacciones, compañerismo, aprendizaje y adrenalina. Desde la FEL entendemos necesario participar en la defensa de las condiciones materiales inmediatas cuando estas se ven afectadas por los embistes del Capital y el Estado, sabemos que lo que existe no es perfecto ni lo deseable, pero el futuro que nos depara los intereses de las élites y el mercado no hará más que profundizar las desigualdades sociales, la atomización de las individuas y la precarización de las vidas. Por ello creemos que debemos trazar estrategias y tácticas que se adecuen a las luchas concretas del momento para tratar de darlas perspectivas que desborden la mera reivindicación, primero señalando los orígenes e intereses a los que atienden las reformas, proponiendo métodos de lucha y confrontación para obtener victorias y finalmente enmarcarlas en unos objetivos estratégicos que entronquen con la transformación revolucionaria de la enseñanza y la sociedad en su conjunto. Este objetivo para el ámbito educativo es lo que denominamos la Gestión Comunitaria.
Herramientas de lucha
Desde la FEL entendemos que las luchas deben llevarse a cabo en torno a unos objetivos concretos y materializables. Esto es, según la correlación de fuerzas existente ¿Hasta donde podemos llegar hoy? Junto a este primer interrogante, que deberá ser resuelto y modificado a medida que se sucedan los acontecimientos, debemos subrayar que para que estas luchas tengan un potencial transformador deben realizarse desde la participación activa de las afectadas, la movilización y la acción directa colectiva. Esto no es un capricho ideológico, si no que si en nuestras propias luchas reproducimos las miserias de la sociedad de clases y la delegación, no estaremos en condiciones de hacernos con las riendas de nuestras vidas en el futuro. Dentro de este marco de lucha no se niega la posibilidad de negociar con las Instituciones o la negación de las mismas, las Instituciones son estructuras con las que convivimos día a día y que hoy por hoy ganan la batalla de la correlación de fuerzas. En el marco de una lucha reivindicativa deberemos tener en cuenta la posibilidad de negociar mejoras en nuestras condiciones y por ello estar preparadas. Lo que desde luego tenemos claro es que desde la Institución las posibilidades de cambio son escasas frente a las posibilidades que da la acción colectiva y la calle.
Debemos ser capaces de dejar atrás las movilizaciones y luchas simbólicas, que son aquellas que se quedan en la mera denuncia visual, para llevar a cabo movilizaciones y acciones que repercutan en cambios materiales. De esta forma huelgas convocadas sin estrategias y objetivos no son deseables, pues solo desgastan, acciones aisladas y sin repercusión sobre quienes tiene que repercutir también pueden resultar negativas. Por ello es necesario la creación de espacios de discusión, análisis y proposición, de ahí la importancia de las asambleas como espacio abierto, participativo y decisorio. Por ello proponemos la materialización de huelgas con un proceso de lucha previo, huelgas que duren en función de los objetivos, y en el caso ideal, de duración hasta que los objetivos se cumplan. Acciones y movilizaciones que de primeras sean capaces de generar un malestar entre las élites, económicas y políticas, hasta que seamos capaces de convertirnos en un auténtico problema de orden público. Dentro del arsenal de herramientas de lucha, además de la huelga, deberíamos incorporar y potenciar formas de lucha igualmente directas, colectivas y eficaces, este podría ser el caso de la okupación de espacios públicos, ya sea de forma reivindicativa o con un proyecto socializante, el no pago de las tasas, la negativa de las profesoras a cerrar actas o corregir exámenes o la insumisión a la implantación de determinadas leyes.
Gestión Comunitaria
La Gestión Comunitaria no es un fin en si mismo, si no un objetivo enmarcado en un proceso. Este proceso incluye las luchas cotidianas, la organización, la formación y la creación de un imaginario colectivo que haga del cambio una posibilidad real.
Las Instituciones educativas hoy (universidades, institutos, colegios…) son de carácter profundamente antidemocrático, la participación brilla por su ausencia y las presiones de grupos de poder guían el camino. Es sorprendente ver cómo desde amplios sectores de la izquierda se llama a la defensa de la democracia universitaria y cómo esta está siendo erosionada. Primero que la universidad jamás ha sido un ente participativo, autónomo o plural, segundo que la erosión de la capacidad de la universidad de gestionarse a si misma viene dada por las decisiones tomadas por quienes la gestionan. Desde la FEL conocemos bien el entramado estamental y burocrático que son las universidades, los amiguismos, las enchufadas, las corruptelas o las pésimas gestiones. La universidad es gestionada por un ente separado de las estudiantes. Todo ello hace imposible el cambio desde dentro, más aún cuando todo cambio en positivo ha venido de la movilización y la presión sobre los equipos de gobierno. Por ello la Gestión Comunitaria no es un proceso de “democratización de la Institución”, si no la generación de un contrapoder real que represente los intereses de las luchas y la transformación social. Este contrapoder será la suma de distintos actores políticos, la organización en asambleas y consejos, la autogestión y/o cogestión de determinados espacios de los centros de estudio, la creación de planes de estudio populares y, ante todo, la imposibilidad del gobierno de la Institución de llevar acabo medidas, del tipo que sean, sin el consentimiento de este contrapoder. Desplazar la legitimidad de la toma de decisiones a las asambleas y consejos populares de cada centro, que por supuesto deberán regirse bajo los preceptos de participación, igualdad y autonomía. De tal forma que la gestión se dé, por un lado, desde la misma base de la estructura universitaria, y por otro, por quienes trabajan y estudian en ella y no por quienes simplemente viven de ella. Creemos que este proyecto es realizable en el medio plazo y que no es entendible sin que éste rebase el marco educativo y coopere con las demás luchas sociales y populares que se den y proyecten una sociedad libertaria, donde las distintas opresiones hayan sido superadas por un marco comunista en las relaciones sociales, políticas y económicas.