1 de Mayo Interseccional

De la Juventud Organizada y Combativa contra la precariedad

Este 1 de Mayo salimos a las calles, no solo para defender los derechos y la dignidad de la clase trabajadora, sino para proponer alternativas reales que ofrezcan salidas al sistema de clases y a su fase de colapso global en la que nos encontramos actualmente.

Este último año, en el contexto y en el nombre de la pandemia, hemos sido nosotras, las trabajadoras, las jóvenes, las migrantes, las mujeres, las trans, las que hemos sufrido el abandono y la precarización, mientras estamos sosteniendo la vida.

Vivimos bajo un sistema mundial que se ha construido en base al colonialismo y el patriarcado. Estos sistemas de opresión son los pilares fundamentales que sostienen a todo el sistema de clases.

En este marco de colapso y guerra contra la vida, por una parte, quienes la sostienen, quienes sujetan los pilares de la economía global desde el eslabón más bajo y quienes más violentamente sufren la explotación capitalista, son precisamente quienes más están sufriendo las consecuencias de esta pandemia y esta crisis económica. Por otra parte, somos las jóvenes trabajadoras quienes nos enfrentamos a una situación de incertidumbre y precarización que no concuerda en absoluto con las promesas del desarrollo capitalista que nos vendieron, quienes estamos viendo peligrar nuestro futuro laboral, nuestros derechos más básicos e incluso el trabajo tal y como lo entendemos hoy en día y nuestro propio planeta.

Así, como juventud nos tenemos que enfrentar a unas condiciones que incitan al desánimo: mayor tasa de paro juvenil en Europa, nulas expectativas de futuro, precariedad laboral, incapacidad de emancipación. Empresas como Deliveroo, Uber Eats, Glovo y un largo etcétera reproducen las nuevas formas de explotación bajo los llamados falsos autónomos. Trabajadores, en su mayoría migrantes, convertidos en sujetos de rendimiento bajo la falsa bandera de la”libertad de trabajar” cuando uno quiera o disponga, pero la supresión de un dominio externo no conduce a una libertad, sino que hace que libertad y coacción coincidan. Trabajo y rendimiento se agudizan llegando a las más altas cotas de autoexplotación.

Como estudiantes, también sufrimos esta creciente precarización en nuestros centros. En la universidad partimos de una desigualdad económica impuesta por las tasas que excluyen de entrada a todo el que no se las pueda permitir. Además, el proceso educativo se compone de una constante carrera de obstáculos basada en los títulos en la que es pequeño el porcentaje que tiene el capital económico, cultural y social para pasar cada fase. No es lo mismo tener que sacarse una carrera a la vez que se trabaja o pagando más del doble por las tasas por no pertenecer a la U.E. 

Las universidades y otras instituciones de la enseñanza tampoco escapan de esta dinámica, de hecho participan activamente a perpetuar la selección de élites dirigentes y la ideología del sistema; a secuestrar el conocimiento científico para ponerlo al servicio del poder; a separar la cultura de la vida y a culminar, en definitiva, en un sistema cada vez más burocrático, en el que el desarrollo del individuo viene constreñido por la especialización productivista. Existen también prácticas no remuneradas, falsos-becarios, becas de colaboración, etc. Modelos hiperprecarizados que nos obligan a trabajar gratis, a veces por salarios de miseria, a veces por falsas ilusiones bajo la cultura del esfuerzo y el emprendimiento. No es una aleatoriedad fatal esta circunstancia, sino algo intrínseco del sistema, ya que por supuesto existe la parte que se beneficia de todo este caos. A la patronal este modelo le sirve para ir disciplinando a una parte importante de sus futuras trabajadoras, normalizando la arbitrariedad y las condiciones de miseria sobre las cuales quieren seguir atacando al conjunto de la clase trabajadora. 

Además, desde el plan Bolonia se hace cada vez menos compatible trabajar y estudiar al mismo tiempo por la presencialidad obligatoria. Por no mencionar la creciente mercantilización de todos los ámbitos de la universidad que este ha supuesto, dejando rienda suelta a las empresas en la universidad mediante el Consejo Social. Esto se traduce en una enorme precarización del sector científico-investigador y de todos los servicios de la universidad que son cada vez más externalizados, así como en una enseñanza en la que el espíritu crítico universitario se substituye por la rúbrica constructora de fuerza de trabajo dócil y una investigación desligada de los problemas sociales y que mercantiliza cada vez más el saber y acrecienta la propiedad del conocimiento.

Por eso hacemos un llamamiento a la organización de toda la clase trabajadora poniendo el foco en la intersección entre la juventud como el potencial sujeto revolucionario de nuestra época y en las mujeres y disidentes sexuales así como las personas racializadas y colonizadas como las clases explotadas que sostienen el mundo y desde las cuales se están elaborando los nuevos paradigmas revolucionarios que critican el sistema capitalista desde su raíz.

 ¡Arriba las que luchan! 

Comparte