El movimiento estudiantil libertario en la memoria

El adanismo es algo crónico en el movimiento estudiantil. Cada generación de estudiantes piensa que es la primera en organizarse y luchar, provocando que el movimiento deba empezar de cero cada vez que surge, lo que dificulta su avance, el establecimiento de nuevos objetivos y su conquista.

La historia del movimiento estudiantil revolucionario en el Estado español sufre una doble ocultación. Primero, la de los propios contemporáneos, dado que el movimiento (a diferencia del sindical) nunca poseyó grandes organizaciones que se alargaran en el tiempo y el tardío acceso del proletariado español a niveles medios y superiores de educación convirtió este movimiento en un agente minoritario. En ocasiones marginado incluso por el resto de fuerzas revolucionarias. El segundo ocultamiento es el que la propia historiografía realiza, pues por lo general las referencias a los movimientos estudiantiles del pasado se limitan a unos cuantos tópicos que lo mismo sirven para explicar los levantamientos estudiantiles medievales que mayo del 68.

Dentro del movimiento libertario es el sector estudiantil el que ha perdido su memoria de una manera más drástica. Prácticamente todo afiliado de CNT o CGT conoce eventos como la Huelga de la Canadiense, Casas Viejas o los Hechos de Mayo y le sonarán nombres como Salvador Seguí, Federica Montseny, Buenaventura Durruti, Lucía Sánchez Saornil o García Oliver. El pasado de otras organizaciones como la FAI, las Juventudes Libertarias o Mujeres Libres, aunque de forma más esquemática, también es conocido. Pero no ocurre lo mismo con los triunfos y derrotas del movimiento estudiantil libertario.

Dado que la educación siempre tuvo un lugar de honor entre el programa del movimiento libertario –algo que aparece ya escritos como La instrucción integral de Bakunin o A los jóvenes, de Kropotkin y que en el Estado español se señala en la importancia que se da a un pedagogo como Ferrer i Guàrdia, la proliferación de Ateneos libertarios y escuelas racionalistas o el proyecto del Comité de Escuela Nueva Unificada (CENU) en la revolución–, la inserción del anarquismo en el movimiento estudiantil no tardó en ser también uno de los objetivos.

La primera organización estudiantil de tendencia libertaria sobre la que tenemos constancia fue la BONSF (Federación Búlgara de Estudiantes Anarquistas), que se funda en 1932 vinculada al anarco-comunismo búlgaro de la Federación de Anarquistas Comunistas de Bulgaria (FAKB), movimiento que lleva a cabo una potente lucha entre 1919 y 1948, en ocasiones armada y finalmente desarticulada por el régimen del Partido Comunista Búlgaro.[i]

Durante la segunda república española la constitución de un movimiento estudiantil de masas queda muy limitada debido a que el acceso a una educación superior está limitado al estudiantado de origen burgués y pequeñoburgués. En total, la población estudiantil española no superaba las treinta mil personas.[ii] El anarquismo, ya completamente volcado por entonces a la labor sindical, estaba ampliamente implantado entre el proletariado industrial y los jornaleros sin tierras. Su presencia en otros sectores de la sociedad, como la intelectualidad, era mucho más marginal.

Así, las principales organizaciones estudiantiles serían la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH), inicialmente republicana-progresista y posteriormente invadida por militantes de las JSU y el Sindicato Estudiantil Universitario (SEU), vinculado a la FE-JONS. Con todo, estas dos siglas eran motas de polvo en un mundo de grandes organizaciones de masas y antes de la guerra ninguna superaba los cinco mil adherentes.

Es comprensible pues que el anarquismo tardara tanto tiempo en crear su propia organización estudiantil con unas fuerzas tan limitadas. Lo hace en 1935, bajo el nombre de Federación Estudiantil de Conciencias Libres (FECL).[iii]

En esta primitiva federación encontramos militantes como Ada Martí, que contaba por entonces con veinte años. Escritora brillantísima que vería su vida, como tanta otra gente, muy dificultada tras la guerra.[iv] O Eduardo Vivancos, de solamente quince y que se convertiría, ya en el exilio, en un destacado miembro de la FIJL, esperantista y pionero del taoísmo en occidente.

La FECL defendía la formación de un estudiantado crítico. En su primera etapa, previa al estallido de la revolución, se dedicaría a la organización de charlas, debates, conferencias y excursiones, editando además una revista: Evolución. Tras la contundente respuesta proletaria al golpe militar señalará la necesidad de profundizar la revolución en el terreno educativo para derribar las relaciones de autoridad entre enseñantes y estudiantes y extender la educación a todo el pueblo trabajador.[v] Sus militantes gestionarán el “Institut LLiure” situado en el paseo de Gràcia, trabajando en la formación del proletariado.

El movimiento estudiantil libertario se desarrolla entonces en un momento de plena efervescencia revolucionaria que también afecta a la educación. El CENU, en manos de los sindicatos, logra la plena escolarización infantil en Cataluña y se funda en Barcelona la Universidat Popular para garantizar el acceso a la educación superior de una clase trabajadora que al fin maneja su propio destino.

Con el desarrollo de la guerra la FECL se va situando en contra de la línea oficial de la CNT-FAI, siendo muy crítica tanto con la colaboración en el gobierno de Largo Caballero como con el culto en torno a ciertos dirigentes –la propia Ada Martí escribiría un artículo criticando el endiosamiento de la figura de Durruti tras su muerte–. La FECL se sitúa por tanto en las posiciones de la Agrupación “Los amigos de Durruti”, contraria a la militarización de las milicias; o de Mujeres Libres, que reclamaba una profundización de la revolución en lo que se refiere a la liberación femenina. Las tres organizaciones serían, en consecuencia, marginadas del movimiento libertario oficial.

En diciembre de 1937 la FIJL convoca en Valencia una Conferencia Estudiantil[vi] a la que acuden tanto la FECL como los grupos estudiantes de CNT, presentes sobre todo en Cataluña. Se decide, aunándolos a todos, la fundación de la Federación Ibérica Estudiantil Revolucionaria (FIER), haciendo especial hincapié en no quedarse únicamente en el terreno del debate ideológico, sino conseguir una mayor implantación mediante el sindicalismo estudiantil.  El movimiento sale reforzado en Cataluña, llegando a sacar una publicación, la revista Fuego.

Pero la organización llega tarde. La revolución ya había sido derrotada en mayo con el putsch estalinista que derriba al gobierno de Largo Caballero y pone freno a las principales conquistas. Sin embargo, el trabajo de los militantes de la FIER no cesa y muchos estudian o colaboran con los Institutos Obreros fundados en diciembre de ese mismo año. El propio Vivancos lo haría hasta que fuera llamado a filas, pasando a combatir dentro de la 26 División, antigua Columna Durruti. Como él, muchos otros militantes del movimiento estudiantil libertario ingresarían en un momento u otro en las milicias o en Ejército Popular.

Lamentablemente una organización como la FIER no tenía mucho sentido ni en la clandestinidad –donde la prioridad son los miles de presos– ni en el exilio –donde no hay ya estudiantes– y la organización muere con la victoria del fascismo. Aplazadas quedaban las ilusiones de sus militantes: promesa de un futuro mejor, en que estudiar no fuera un privilegio, en que el saber crítico estuviera por encima de la autoridad académica, de centros gestionados por las propias comunidades educativas. De una universidad realmente universal. El movimiento libertario, por su parte, tardaría mucho tiempo en recoger su testigo.

Hoy, a ochenta años de estas experiencias, se hace necesario recordarlas. Olvidar nuestra historia es renunciar a existir.


El movimiento estudiantil libertario en la memoria

[i] Smichdt, MICHAEL, La línea anarquista comunista de masas: El anarquismo búlgaro en armas, en anarkismo.net, 2009.

[ii] Mitchell, BRIAN R., International historical statistics: Europe 1750-2000, Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2003.

[iii] Fernández Soria, JOSÉ MANUEL, Cultura y libertad. La educación en las Juventudes Libertarias, Universidat de Vàlencia, Valencia, 1996.

[iv] Guillamón, AGUSTÍN, Ada Martí (1915-1960), en alasbarricadas.org, 2013.

[v] FECL (26 de agosto de 1936). Sentando Posiciones. Solidaridad Obrera nº1362.

[vi] Krimo, BEN (11 de diciembre de 1937). La Federación de Juventudes Libertarias convoca una magna conferencia nacional de estudiantes. Solidaridad Obrera nº1755.

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