1 de Mayo. Diversas y unidas, construimos Poder Popular.

Llega un año más el 1 de mayo, Día Internacional de la Clase Trabajadora, y como estudiantes, nos vemos a menudo en una situación paradójica. Cada vez más, desde el instituto y en la universidad, se nos enseña solo aquello que resulta funcional el sistema capitalista. No solo hablamos de saberes técnicos. Cada vez antes, cada vez más explícitamente, tratan de colar contenidos que no son más que pura ideología liberal: “iniciación al emprendimiento”, “empresa” y demás barbaridades. No contentos con arrojarnos como carne de cañón a empresas que ofrecen empleos cada vez más precarios, incluso sin sueldo en las prácticas, quieren que pensemos con las ideas del amo: individualismo, competitividad, canibalismo social… Por ello, quienes tenemos la “suerte” (porque el derecho no lo vemos por ninguna parte) de seguir estudiando (de poder pagar una matrícula, de poder compatibilizar estudio, cuidados y trabajo, de tener papeles…) no podemos caer en ese juego de competición con quienes dejamos de ver cuando dejamos el instituto. Rechazamos el mensaje de “la generación más preparada de la historia” por su elitismo, que denigra los trabajos peor valorados socialmente. No estudiamos para explotar a nadie, ni para ser mejores que quien no ha estudiado. Estudiamos para aprender y dotarnos de mayores herramientas en nuestras luchas. Y estas luchas son compartidas:cada vez que reclamamos una educación gratuita o apoyamos un conflicto laboral, dentro o fuera de nuestros centros de estudio.

Analizando el panorama actual, sabemos que por mucho que algunos se llenen la boca con la “recuperación económica” o la bajada del paro, esto no supone ninguna mejora social. Estas cifras se maquillan continuamente, por ejemplo con la inscripción en cursos de formación. Además,  la inmensa mayoría de esos nuevos puestos de trabajo son trabajos basura, temporales y pésimamente pagados, que no permiten sostener una vida digna. Si hace unos años el mileurista era el icono de la precariedad, hoy en día es casi un ideal a alcanzar. Esta situación, que vive especialmente la juventud trabajadora, se va generalizando a cada vez más sectores a base de desregulación, trabajo en negro o falsos autónomos.

Ante esto, la resistencias se empiezan a organizar. Aunque los sindicatos mayoritarios, parte del sistema, ni están ni se les espera, los sindicatos combativos ponen cada vez más el foco en estos sectores y empiezan a organizarse. Algo similar ocurre con la situación de las mujeres, que sufrimos una mayor tasa de paro y salarios más bajos, además de todo tipo de violencias. También a esto hay respuestas cada vez más contundentes, como la Huelga General Feminista del 8M (https://felestudiantil.org/2019/03/huelga-general-feminista-2019/), ejemplo de colaboración entre el movimiento feminista y sindicatos combativos. Es hoy más que nunca cuando el movimiento feminista debe distanciarse de los intentos de absorción por parte de las instituciones y de los discursos liberales, para profundizar en su carácter de clase, de inclusión de las personas trans, las migrantes, las psiquiatrizadas… En la misma linea esperamos que se desarrolle el movimiento antirracista y decolonial, que va organizándose progresivamente y reclamando su protagonismo.

Y es que tenemos que dejar de ver estas luchas como luchas parciales. Que las mujeres realicen el trabajo de cuidados y tengan salarios más bajos, que por culpa de la Ley de Extranjería muchas personas migrantes tengan que trabajar en negro y exponerse a niveles de explotación aun más extremos no es simplemente una injusticia a la que debemos reaccionar ni algo que sufran solo quienes lo viven en carne propia. Es la forma que este sistema de opresión tiene de explotarnos a todas más y mejor, utilizando situaciones de este tipo para mantener la presión a la baja sobre los salarios en general y crear divisiones entre la clase trabajadora. Por tanto, interseccionalidad para nosotras no es simplemente añadir adjetivos a nuestras luchas, sino comprender como se articula la opresión en toda su complejidad para poder luchar juntas contra ella.

Frente a esta movilización social, surgen los monstruos de la reacción. Todo el panorama político se inclina a la derecha, y su ala más rancia basa su discurso en atacar constantemente los dos mayores focos de conflictividad social actuales: el movimiento feminista y el independentismo catalán, además de un alarmismo injustificado y claramente racista acerca de lo que llaman “inmigración ilegal”. Pero su programa no es solo eso, sino también profundamente neoliberal. Un mensaje que tratan de vender a “todos los españoles” pero que solo beneficiaría a las élites económicas, a golpe de desregulación, de privatizaciones y recortes, de represión a sindicatos y movimientos sociales, de sembrar división entre las trabajadoras con medidas racistas y patriarcales.

Estos días parece haber cierto optimismo con este tema, por eso de que “hemos parado al fascismo en las urnas”, pero ese discurso es peligroso. Hayamos votado o no, tenemos que ser conscientes de que ni la extrema derecha va a desaparecer de golpe, ni tenemos por qué celebrar que todo siga igual: ya es una catástrofe. No podemos olvidar que el PSOE es responsable directo de los CIE ( https://ciesno.wordpress.com/ ), las Empresas de Trabajo Temporal, la entrada en la OTAN, los GAL y el Plan Bolonia. Tampoco podemos depositar nuestra confianza y esperanzas en “asaltos a los cielos”, pues sabemos que, independientemente de las intenciones, el parlamento no es un camino viable para la transformación social que buscamos. Como ejemplo de ello no hay más que ver el fracaso del gobierno de Syriza en Grecia al tratar de oponerse a las medidas de austeridad dictadas por la UE. O más cerca y a pequeña escala, los “ayuntamientos del cambio”, incapaces  realizar ningún cambio sustancial.

Esto no debe llevarnos a la desesperanza, sino a reafirmarnos en una de las pocas certezas que la historia nos permite mantener: que solo el pueblo salva al pueblo, que la lucha está en la calle, en cada barrio, instituto y empresa. Así se fraguaron algunos de los mayores logros de la clase trabajadora, y en concreto de la CNT, como la conquista de la jornada laboral de 8 horas con la huelga de La Canadiense, de la que ahora se cumplen 100 años. Así es como debemos construir hoy Poder Popular, desde los movimientos sociales. Para ello, debemos ser capaces de comprender y escuchar las demandas de los diferentes sectores oprimidos para desde ahí señalar a los responsables de esa misera, diversificada pero masiva.

Por tanto, llamamos a acudir este 1 de Mayo a las movilizaciones convocadas por los sindicatos combativos a lo largo de todo el estado, pero no solo eso. No podemos limitar la lucha a fechas concretas, sino que debemos participar en las organizaciones de clase y buscar una mayor confluencia entre ellas. Sindicatos, por supuesto, pero no solo: también colectivos de vivienda, feministas, antirracistas, el movimiento estudiantil… Desde ahí, sin perder el horizonte revolucionario, debemos pelear por mejoras inmediatas que demuestren que la lucha es útil y necesaria y permitan acumular fuerzas. Desde ahí tenemos que recordar a quienes se lucran de la explotación, que por muy poderosos que se sientan, no son más que marionetas guiadas por la lógica capitalista. Una lógica que escapa a su control. Recordarles también que el capitalismo, que suponen perfecto e infalible, puede tambalearse y caer. 

Solamente juntas, desde el apoyo mutuo y la acción directa, podremos aspirar a transformar el mundo y cambiar la vida. A construir con nuestras manos, desde abajo, el germen de una sociedad nueva, libre de explotación y jerarquías. Desde hoy, paso a paso, construimos las herramientas con que haremos la Revolución Social.

¡Viva el 1 de mayo!

¡Por una vida que merezca ser vivida!

¡Arriba las que luchan!

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