Defendemos una huelga mixta en lo laboral y educativo, y huelga no mixta en el ámbito reproductivo, de cuidados. No obstante, comprendemos que es un tema controvertido que no todo el mundo comparte, por lo que queremos aclarar las razones que nos llevan a tomar esta decisión.
En primer lugar, es imprescindible tener en cuenta que una huelga simbólica no es suficiente para lograr nuestros objetivos. Necesitamos ejercer la máxima presión posible para que nuestras reivindicaciones se vean satisfechas. Por ello abogamos por la huelga general: parar la producción en los centros de trabajo y de enseñanza.
Si además queremos que la huelga sea un éxito y conseguir un parón mayoritario, es necesario que el máximo número de personas se unan para conseguirlo. A esto se suma que las estadísticas respecto de las huelgas se realizan a nivel general y no diferencian por género ni raza. En consecuencia, parece tener poco sentido convocar una huelga no mixta, tanto a nivel estratégico como a la hora de evaluar sus resultados.
En el ámbito laboral, aunque el derecho a huelga existe y está garantizado constitucionalmente, la realidad no siempre es tan clara, y el acoso que pueden sufrir las personas que ejercen su derecho a huelga es, desgraciadamente, habitual. Ante el poder que tienen los empresarios, solo queda la unión de la clase trabajadora. Cuantas más personas secunden la convocatoria, mayor poder tendremos para realizar piquetes frente a los puestos de trabajo, impidiendo a los esquiroles que incumplan su deber de clase, y facilitando a aquellas compañeras y compañeros que puedan sufrir presiones el unirse a la huelga. Igualmente, frente a estos abusos de la patronal debemos recordar que tenemos otra arma fundamental: la lucha sindical que asegure nuestros derechos laborales.
En el entorno educativo, no parece útil que la huelga no sea general. De ser no mixta, la incidencia sería mucho menor y es probable que las clases continuasen con normalidad, causando que las mujeres que sí realicen la huelga tengan que recuperar ese trabajo en sus casas, o incluso que pierdan el derecho a hacer exámenes, prácticas u otras actividades obligatorias que pueda haber ese día. Si falta una mayoría de la clase es más fácil detener el funcionamiento de las aulas y que la repercusión del apoyo estudiantil sea más patente.
También buscamos cuestionar el sujeto de lucha del feminismo liberal hegemónico. Queremos subrayar que el 8 de marzo es el día de la mujer trabajadora y no el día de las mujeres en general. Por lo tanto, tiene más sentido construir alianzas con quienes comparten nuestra opresión de clase que con las mujeres burguesas que la ejercen, y que además, al no tener que cargar con el trabajo reproductivo y al explotar a otras mujeres, no las consideramos aliadas de la lucha feminista, que tiene que ser sí o sí también una lucha contra el capitalismo.
Por último queremos resaltar el papel de una huelga no mixta de cuidados. Las mujeres son tradicionalmente las que han asumido el rol de cuidadoras, en los hogares y fuera de ellos. Una de las demandas históricas es, tanto la socialización de los cuidados, como la conciliación familiar y laboral. Por ello, se hace especialmente relevante que ninguna mujer se vea obstaculizada a realizar la huelga por esta doble carga que asume individualmente. Ante ello, propugnamos por el cuidado colectivo de las familias, especialmente de las niñas y niños y las personas dependientes, e instamos a que los hombres que no asumen diariamente las necesidades del sostenimiento de la vida, las hagan propias y que en un día como el 8M descarguen totalmente a las mujeres de ellas.
No podemos olvidar que las demandas de la huelga feminista no solo son beneficiosas para las mujeres, sino para la clase trabajadora en su conjunto. No podemos seguir considerando las demandas de las mujeres como unas reivindicaciones parciales, sino que son parte de las demandas generales de una sociedad que lucha por emancipación.
Arriba compañeras y compañeros a la huelga general.
¡Arriba las que luchan!