8 de marzo. Día de la mujer trabajadora ¿Qué significa?

La realidad de esta fecha como reivindicación de los derechos de las mujeres trabajadoras no se encuentra en lo que el marketing pseudo-feminista de partidos, instituciones y empresas nos hace ver con su fingida modernidad igualitaria; el 8 de marzo como día de la mujer trabajadora tiene origen en el asesinato de 146 mujeres en la propia fábrica donde se las explotaba miserablemente día tras día. Conviene recordarlo para saber por qué luchamos
Esta es una realidad que nos sigue golpeando: a día de hoy, con la introducción al mercado laboral de las mujeres, se nos impone la suma del trabajo en el hogar al de los cuidados y la jornada laboral. Además, atendiendo a la lógica capitalista de la figura del trabajo, que sólo contempla el trabajo asalariado, se nos imponen las condiciones más precarias, peor remuneradas y peor o menos valoradas socialmente. La mayoría de las veces, se nos imponen también aquellos oficios más relacionados con los cuidados, alejados de otros cargos que cuestionen nuestra feminidad, como aquellos que requieran una fuerza física por cuanto supondrían la rotura de los roles sociales que el patriarcado nos ha asignado como mujeres. 

Pero ante esto no nos quedamos quietas, ni pasivas, ni mucho menos: nos negamos a seguir sosteniendo los pilares de la economía, de la familia y de la comunidad. Nos negamos a ser el útero y madre de una sociedad que nos impone todo aquello que nos niega como personas libres. La voz de las mujeres del mundo sigue en un hilo, desde Bangladesh a Alemania, con un patrón común: se nos mata, se nos viola, se nos cosifica, se nos manipula y se nos explota. Se nos pretende silenciar, pero no nos vamos a callar. Es por ello que es preciso que hagamos, una y mil veces más, una reflexión conjunta para seguir avanzando en el camino hacia una sociedad feminista, lo que implica una valoración de todos los aspectos que nos limitan con un rol femenino marcado por el patriarcado a través de los géneros.

Es necesario alcanzar esta fecha con mayor perspectiva y conciencia: conocemos a mujeres de todas las épocas que se rebelaron de una u otra manera y consiguieron alzar la voz, el lápiz, el micrófono o el microscopio; conocemos experiencias de mujeres organizadas a lo largo y ancho del planeta que unieron sus fuerzas y defendieron el cuerpo, la comunidad y el territorio. Conocemos, al menos, parte de esta historia de opresiones y luchas; ahora nos toca a nosotras alzar nuestras voces. Somos herederas de la tarea de combatir a la maquinaria patriarcal y capitalista que todo lo mercantiliza. Ayer éramos las brujas y merecíamos ser quemadas. Hoy somos las feas, las gordas, las que no se depilan… Pero seguimos siendo la voz de las que tuvieron que callar y de las que no lo hicieron.

Este año unimos fuerzas en la lucha estudiantil con la huelga del 9M; por ello, más que nunca, el movimiento feminista estudiantil ha de ser visible y contundente. La educación no sexista es el principio fundamental para una sociedad más igualitaria y más libre, capaz de dar espacio a la creatividad necesaria para generar procesos y soluciones que se adapten a cada contexto y persona. Luchamos por una educación que nos permita desarrollarnos y expresarnos como personas sin necesidad de responder a las exigencias de una sociedad que limita nuestras capacidades, ya sea con la imposición de objetivos sociales mercantilizados o a través de los roles de género; una educación que nos aporte una esperanza inagotable como resistencia y fuerza para transformar esta sociedad.

Llegamos a este 8 de marzo con un escenario que deja mucho que desear, pero también con rabia y fuerza para cambiarlo. Hoy y siempre, buscamos convertirnos en mujeres libres que se enfrenten y transformen el mundo desde la perspectiva de las oprimidas, para crear así un mundo nuevo: un mundo donde quepan muchos mundos sin necesidad de jerarquías entre ellos.
¡Arriba las que luchan por un mundo feminista y libre!

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